domingo, 13 de enero de 2013

De cómo el Sultán se enamoró de la vecina isla de Mallorca



Me faltan las palabras















No imagino lo fácil que es para la mayoría de vosotros salir de viaje: se hacen las maletas, se ponen en la moto, se arranca y ahí están: kms y kms ante vuestro foco delantero… qué lujo!

31 de octubre de 2007. Miércoles

Nosotros llevamos hoy todo el día rezando para que no se cumpla el pronóstico metereológico, para que las olas no sean de 10 metros como anunciaron ayer, para que este maldito barco en el que estamos atrapados zarpe ya y nos haga olvidar la hora de retraso que acumulamos… y para que nos vomite por fin en otro puerto desde el que los kms ante nuestro foco sean interminables.





Llegamos muy de noche a Mallorca.
Como presumíamos, la responsable del alojamiento no nos ha esperado así que ponemos en práctica el plan B: sacamos la guía de viajes.
Terminamos junto a la preciosa catedral de Palma, en un hostal (no tan barato como la guía anuncia) por el que transitan unas señoritas de dudosa reputación.
Perdón, de reputación nada dudosa: son putas fijo.
Como empieza a chispear, es muy tarde, estamos muy cansados y no parece que los hostales colindantes sean frecuentados por señoritas de otra alcurnia decidimos quedarnos y acostarnos ipso facto; no obstante mañana ha de ser un día largo y lleno de emociones.
Qué dura es la vida del viajero!


PD: Debemos cambiar de guía de viajes.






1 de noviembre. Jueves






Y así fue.
Después de no pegar ojo en toda la noche, nos levantamos y nos encontramos con la primera sorpresa del día, grata sorpresa: el ático del hostal tiene una vista sobre el puerto, la catedral y la Tramontana sencillamente impresionante. Damos rienda suelta a nuestro apetito disfrutando de tan idílico lugar tomando algunas de las muchas viandas típicas de la zona, algo rancias, eso sí, como el hostal.
Sopesamos la posibilidad de dar otra oportunidad a la guía de viajes.









Después de disfrutar del plácido desayuno y de despedirnos de la bella y cansada vecina nos dimos una vueltita por los alrededores. Preciosa la ciudad de Palma.












No era broma, era a las 7 de la mañana!!!

Cada lugar tiene una hora buena para salir a dar una vuelta en moto: hay zonas en los que a mediodía hace mucho calor, sin embargo, en otros, a primera hora hace demasiado frío o hay humedad en la carretera. En Ibiza, si madrugas, te topas con toda la gente que sale “loca” de las discotecas (poco recomendable). En Mallorca, si no madrugas, te puedes pasar 10 kms de puerto detrás de una fila de autobuses. Y eso no mola.


Así que cuando, a eso de las 10  quedamos con los famosos tres jinetes mallorquines, Calabruix, Rafa R-850-R y Carlos RF con su bocata de antigripales, éstos ya llevaban 3 horas de moto… Vayan desde aquí nuestros respetos por repetir eso mismo todos los fines de semanas.





Y así fue cómo, con nuestras 4 versiones distintas de motores BMW nos adentramos por la bellísima Sierra de la Tramuntana iniciándonos en ella por el puerto del Soller con sus innumerables curvas de herradura, para seguir hacia los dos lagos del Puig Major, de los que por virtud de la mano humana el lago más bajo alimenta de agua al más alto que a su vez suministra el agua potable a la ciudad de Palma.
Quiso la buena ventura que el piso estuviera húmedo gracias a las lluvias de días anteriores y a la niebla que en ocasiones caía, de manera que así Rafa y Carlos se nos escapaban un poco menos a nosotros y a Calabruix y a Enrique que nos esperaban para irnos indicando cada curva peligrosa, cada piedra sobre el asfalto, cada peculiar paisaje…

Ah, que quién es Enrique?
Bunbury, claro, que iba montado en la LT de Calabruix o al menos, eso es lo que nos pareció apreciar ;-)







Muchísimas curvas después y tras renunciar a bajar a Sa Calobra (y eso qué es???) porque iba a estar llena de autobuses (a pesar de que cada motero de la zona tiene una teoría distinta sobre cuándo ir o no al mencionado lugar) paramos en una cafetería de cuyo nombre no logro acordarme pero con marcado ambiente motero. Allí disfrutamos de una agradable tertulia motera y de paso nos aconsejaron acerca de la ruta a seguir por la tarde ya que nuestros caminos habrían de separarse algunos kms más adelante.
Seguimos con Calabruix algunas espectaculares curvas más hasta que nos dejó camino a Formentor. Impresionante lugar el Cabo de Formentor. Sin duda, uno de los puntos más bonitos de Mallorca. Allí, un altísimo acantilado con unas montañas que parecen traídas de Pancorbo. Me hubiera pasado el día entero en aquella carreterita de Pollença a Formentor, de Formentor a Pollença, de Pollença a Formentor… y así…








Ah, en la base del faro de Formentor hay un barecillo… no perderse las empanadas de carne. Imprescindibles.











Y así es como uno llega a la Bahía de Alcudia. Había algunos restos de algún temporal reciente pero aún y todo esa bahía es digna de ser recorrida en moto a orillas del mar.













Con la pena de no poder coger un barco para llegarnos hasta Menorca donde tenemos algunos amigüitos tomamos rumbo a Artá y Capdepera, aunque unas inoportunas obras se interpusieron entre nosotros y su castillo desde el que ya nos había advertido Rafa R-850-R que la vista era espectacular.







Desde allí haciendo zig-zag íbamos de la costa al interior, para llegar a Manacor y descubrir por sorpresa PortoColom, otra de las sensaciones de la jornada. Espectacular pueblo pesquero que mantiene el encanto que debían tener todos los puertos baleares hace 70 u 80 años.


Manacor. Vamos Rafa








Y ya que llegaba la hora…










Y  entre  las penumbras volvimos a la capital balear para cambiar de aposentos. Lo intentamos aquí pero no nos abrieron  ;-)







Así que nos alojamos a 200 metros, en un hostal mucho mejor que el de ayer con su piscina cubierta y todo.
(cubierta por una lona, claro, no nos fuéramos a caer si llegáramos borrachos)


Mientras cenamos intentamos hacer balance del día. Sin duda extraordinario, por la gente tan amable que hemos conocido (gracias  Carlos R F por llegarte a pesar de la gripe, Rafa R-850-R por las explicaciones de tantos lugares y Calabruix por hacerme sentir como si nos conociéramos desde hace 100.000 kms) y por los lugares que hemos descubierto: el puerto de Soller, Formentor, PortoColom… y seguimos preguntándonos acerca de la tan mencionada Sa Calobra y su corbata… qué será eso!!!


Y pronto a la cama, que el cansancio se va acumulando y mañana debemos madrugar para llegar al concesionario BMW a las 8 de la mañana.
Je, promete ser otro día largo y lleno de emociones…





2 de noviembre. Viernes

Madrugón para no perder la costumbre. Viva la Pepa.

Llegamos a Rex Motors, a la sazón concesionario BMW de Mallorca y hasta hace bien poco de todas las Baleares, para que nos corrigieran un pequeño problema en la inyección del Mamut que mecánicos BMW de todo el mundo no habían conseguido corregir.
Incautos ellos, nos dejan mientras trabajan una cuadra de más de 160 caballos o lo que es lo mismo, una K 1200 R
Nunca nadie había visto antes tanto caballo perdido en una isla. (bueno, quien realmente se perdió fue el sultán)









Una vez recuperada nuestra habitual montura y después de haber pasado por caja… SIN PAGAR UN EURO!!! HEMOS SALIDO DE UN CONCESIONARIO BMW SIN PAGAR UN EURO!!!!
Dimos besos y abrazos a todos los mecánicos, comerciales, gerente y preguntamos por el Sr. D. BMW para hacernos una foto con él, etc, etc, para celebrar tan grato instante.
Bueno la cosa es que nos dio tiempo para darnos una vueltilla por la sierra, por Valldemosa y su puerto exactamente.


El pueblo de Valldemosa es impresionante, y más en esta época en la que ya no abundan los molestos turistas. Sus casas, apiladas en la ladera de un valle, a espaldas del sol de poniente tienen un extraño color o más bien carecen de color… Sea como fuere, ese pueblo es maravilloso.
Y qué diremos del descenso a su puerto.










Sin duda fue para nosotros uno de los descubrimientos de Mallorca, el Puerto de Valldemosa. Sugerimos a quienes lleguen a esta isla que acudan a percibir la paz y sosiego que se desprenden de ese ambiente. No decepcionará a nadie. Lo aseguramos.







Y ya con el sol puesto, con el corazón acelerado por lo agradable del descubrimiento, recuperamos la N-710 como nos había recomendado Benjo y entre sombras y penumbras hicimos una impresionante ruta hasta Andratx en cuyo puerto hay una tasca de nombre “tapas y cosas” (o algo similar) regentado por dos agradables señoritas que resultaron proceder de Guipúzcoa, como nosotros, y nos obsequiaron con un agradable final de jornada… una jornada que nos dejó con una gran duda:

¿de qué color es Valldemosa?







4 de noviembre. Sábado. 
“de la poción mágica y del nudo de la corbata”



Nos habíamos negado.
Eso de quedar a las 7 de la mañana bien sea para andar en moto, pescar, trabajar o ir en busca de la famosa Calobra, no es humano. Así que imploramos a nuestros anfitriones que retrasaran la cita hasta las 7:15.
Eso ya es otra cosa.
Quedamos junto a Palacio y allí estaban el bueno de Calabruix y el gran Andresvarahierro, además de algunas ausencias notables.














Calabruix, atento como siempre, nos advirtió de inmediato acerca de Andrés y nosotros os contamos el secreto:
Andrés cuando era pequeño, cayó en una marmita repleta de gasolina de 98 octanos y desde entonces en su vida sólo hay dos posibilidades: o parado o a 200 kms/h.

Y era verdad, Andrés aunque lo intentaba, no sabía ir despacio; pero lo bordaba yendo rápido.
Mientras nosotros sudábamos por intentar seguirle, él entraba cantando a unas curvas dificilísimas, porompompón para un lado, porompompón para el otro, y así se iba alejando poco a poco en la lontananza… qué cosa!







Pero cada poco tiempo paraba la moto y nos esperaba, bien en un acantilado, en la cima de una montaña, en la cueva de un dragón, en la Torre del Verger o donde fuera menester y así aprovechábamos para departir un poco, algunos, o para coger aire, otros.












Algunos kms y cafés más tarde, según notábamos que nos aproximábamos a Sa Calobra un número más se sumó al grupo. Era Ceyca. Si no has oído hablar de él y sus viajes lo harás pronto. Además de tratarse de un mercader en grado sumo. Aunque parezca increíble él es capaz de poner a la venta el llavero de su antigua GS y con el dinero que saca consigue un coche, una suzuki, la entrada para un apartamento en la playa, una cena en un garito de lujo y una cita con Sharon Stone. Y con lo que le sobra se compra unas pipas. Lo juramos.

Pero es que, además, aunque él no se cayó de pequeño en la marmita de gasolina de 98 octanos, tiene acceso a esa poción mágica, de manera que no le resulta difícil volar con su montura a la misma velocidad que Andrés.














Pero Sa Calobra no llegaba. Íbamos de punta a punta de la sierra, repetíamos pueblos, cruces, puertos… pero siempre había una excusa para no llegar a Sa Calobra. Llegaron a organizar un rallye de coches con tal de no dejarnos pasar.


Estampa típica de la jornada: con tal de no encontrar el camino, cada uno de nuestros guías mira hacia un lado, silbando (que nosotros lo oíamos) mientras la benemérita intenta consultar al organizador de la carrera por dónde podríamos llegar a Sa Calobra.
Juramos que llegamos a pensar que aquello era un complot.





Pero para nuestros amigos no hay nada imposible y así, algunos cientos de curvas más tarde teníamos ante nosotros la famosa Sa Calobra… y bien cierto es que mereció la pena tanta espera con tal de poder observar tanta belleza en forma de curvas. Salta a la vista que esa carretera tiene que estar mal hecha pero… pero está hecha para el deleite del motorista. Gracias a los 3 por regalarnos ese momento “Sa Calobra”.







Y he aquí al autor en el famoso “nudo de la corbata”, primero intentando descifrar el entuerto, y después en mitad de la faena. Es la curva que nunca termina. Uno llega a pensar que tal vez se haya equivocado y la curva haya terminado hace un rato pero no, allí sigue la famosa curva. Gracias otra vez.














Allí abajo comenzaron las despedidas pues apremiaba el tiempo para Ceyca. Suerte Carlos por esos mundos. Estamos seguros de que lo conseguiréis.

















Ya de vuelta a Palma fue [b]Calabruix[/b] el que se desató tomando curvas de 1ª y 2ª, que no había forma de seguirle ni subiendo ni bajando el puerto de Soller. 
Alguien haga el favor de explicarle que con la patera que tiene no se pueden tomar curvas a esa velocidad y mucho menos si son cerradas. Él como no lo sabe se pasa el día huyendo de las rectas. El día que se entere de que es imposible hacer lo que hace se llevará un gran disgusto.

Y siguieron las inevitables despedidas. Gracias Calabruix por hacernos sentir como en casa.

Y gracias grandullón (Andrés) por hacernos ver el porompompón de las curvas. Ahora siempre entramos cantando, como tú, pero más despacio.


Y así fue como, intentando huir de lo inevitable, nos perdimos en la espectacular Cala Pi (jaja, nos perdimos claro, pero nosotros no somos de los que llevan el GPS para no perderse sino para encontrarse ;-)








Y llegó el ocaso








Y con tal de no acostarnos nos dimos una última vuelta por Palma y nos colamos en una boda en la catedral, vestidos de romanos, eso sí







y el postre lo compramos por nuestra cuenta








4 de noviembre. Domingo

Al final, el fin


Si alguien pensaba que hoy no madrugaríamos se equivocaba.
El barco que ha de devolvernos a Ibiza parte a las 8 de la mañana, así que seguimos con la rutina del madrugón. Al final vamos a echarlo de menos.

Antes de partir, desayunando tomamos una taza de café y al terminarla, la volvimos a llenar y nos fuimos. 
Según una antigua superstición tibetana, las tazas llenas abandonadas son presagio de un pronto regreso. ;)





Y ahora nos preguntamos si los más de 1000 kms que marca la moto habrán sido reales o si los habremos soñado. Y nos entristecemos al pensar que según se adentre el invierno será tiempo del recogimiento y que tendrán que pasar meses para que volvamos a tomar un maldito barco que se retrase y nos vomite ante una nueva ruta.




o…




o tal vez no?